Campisábalos: una de las joyas del Románico Rural.

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Uno de los aspectos más fascinantes de la Iglesia de San Bartolomé es la capilla de San Galindo, una obra maestra del siglo XV que añade un toque de esplendor gótico a la estructura. Pero lo que verdaderamente sorprende a los visitantes es el friso horizontal que adorna el muro exterior, una maravilla única en su género que narra visualmente las labores agrícolas de cada mes del año, ofreciendo una ventana al pasado y una conexión tangible con las tradiciones ancestrales de la región.

Al adentrarse en el ábside, los ojos se encuentran con un fascinante rosetón mudéjar, una obra de arte geométrica que deslumbra con su belleza y su simbolismo. Formado por la perfecta intersección de dos triángulos equiláteros, este rosetón adopta la emblemática forma conocida como el «sello de Salomón», evocando misterios antiguos y leyendas olvidadas. En el interior de este hexágono resultante, reposa la cruz sanjuanista de ocho puntas, un símbolo sagrado que resplandece con un aura de espiritualidad y misticismo.

Pero la belleza de este municipio no se limita solo a su patrimonio arquitectónico, sino que se extiende hacia su entorno natural, invitando a los aventureros y amantes de la naturaleza a explorar sus paisajes vírgenes y disfrutar de una amplia gama de actividades al aire libre. Desde senderismo por pintorescos senderos hasta la observación de aves en sus bosques frondosos, pasando por emocionantes deportes acuáticos en sus ríos cristalinos, hay algo para todos los gustos y edades en este paraíso terrenal.

Severino, vecino de Campisábalos, nos enseña una de las joyas del Románico Rural.

                                                                                      

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