Almiruete: muy cerca de Tamajón y en plena Sierra Norte
ALMIRUETE: ESCAPADA MÁGICA EN CADA ESTACIÓN
La magia es uno de los regalos de la vida. No hablo de la magia embadurnada de espectáculo que nos sorprende y nos intriga. Ni la magia de los vendedores de humo que nos asaltan desde las pantallas sugiriendo quién sabe qué emociones inalcanzables que nos cambiarán la vida. Me refiero a la magia genuina y gratuita que nos sorprende en los momentos más inesperados, de manera discreta a veces, exageradamente ostentosa en otras.
La que nos espera a la vuelta de la esquina un día lluvioso cuando, sumidos en pensamientos cansados y grisáceos a juego con el tiempo, nos envuelve el olor a pan caliente de la panadería del barrio. Y de pronto, ya no estamos allí ni habitamos ese instante. Volamos hasta algún momento fugaz en el que el pan y su aroma nos hablaban de hogar, de familia, de vete a saber qué sabores de infancia.
Esa Magia gratuita y elemental de la que hay que alimentarse de forma regular para no perder el impulso vital de la alegría.
Para encontrarla solo hay que salir, como el que sale a por setas, adecuadamente preparado. Llevar las ganas, como el que lleva el capazo, colgadas del brazo. Los ojos muy bien abiertos para no dejar que sus manifestaciones más pequeñas pasen desapercibidas. Como todo setero sabe bien, algunas de las más deliciosas setas son muy pequeñitas. Pero también, hay que tener en cuenta un detalle más, de vital importancia. La Magia, como las setas, se da en todas partes, pero hay lugares en los que le gusta más exhibirse y donde es mucho más fácil encontrarla.
Le gusta la autenticidad, la belleza, la calma…y el hedonismo natural de los lugares en los que la vida se recrea sin prisa alguna, acariciando cada detalle con la dedicación de un artista. Como en Almiruete.
Almiruete, imprescindible
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Almiruete podría pasar por un pueblo más de esos que abundan en España: una pequeña población de apenas 36 habitantes. Y seguramente lo es, pero solamente porque es cierto que en España tenemos la suerte de tener muchos de estos lugares únicos repartidos por nuestra geografía. Otra joya única de nuestra particular corona nacional.
Almiruete huele a campo, con el olor de la montaña que se prolonga falda arriba, desde sus 1087 metros de altura hasta la cima del Pico Alayón, asomado ya a más de dos mil metros. Es uno de esos pueblos en los que la comunión con el medio natural se ha convertido en un alarde de hermosura arquitectónica.
La tierra, agreste y rocosa proporcionó el material perfecto para la construcción en una zona húmeda y fría: cuarcitas y pizarras que se convirtieron en tejados, fachadas y cubiertas resistentes, impermeables y definitivamente incomparables. La singular arquitectura negra y dorada de los pueblos de esta zona imprescindible.
¿Cómo no iba la magia a estallar allí, especialmente cuando los cambios de estación se anuncian ya imparables?
El sol resbalando por las pizarras de los tejados, arrancando matices dorados antes invisibles a las fachadas; El sonido del agua de la Fuente Vieja que ya en 1974 brotaba en honor de Carlos IV; El solemne silencio del entorno de la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, orgullosa testigo del tiempo desde el siglo XIII…
El mágico hayedo de Tejera Negra.
Y el agua. Presente y protagonista de toda la zona dividiendo el pequeño pueblo con el trazo del Arroyo de las Fraguas y haciendo del paisaje un descubrimiento constante y un verdadero placer sensorial, exhibiéndose en ríos, pantanos y saltos de agua. No en vano Almiruete se acurruca, paciente y atemporal en el Parque Natural de La Sierra Norte de Guadalajara, cercano al Hayedo de Tejera Negra: un maravilloso espectáculo vegetal al que solo podrás acudir con un permiso previo. Tan especial es el increíble bosque.
Si tu cesto de magia aún no estaba rebosante, bajo la luz tamizada de las hayas centenarias, podrás conseguir cantidades ingentes de ella. Sólo entra, respira y déjate bañar por el privilegio de estar allí.
Un carnaval ancestral: botargas y mascaritas.
Pero Almiruete no es sinónimo de soledad y aislamiento. Sus habitantes, tanto los habituales como los que aun estando lejos mantienen sus raíces amarradas a esta tierra son parte fundamental del paisaje. Por eso, la tradición pervive en un carnaval en el que lo ancestral, lo místico y lo pagano se mezclan ofreciendo un espectáculo lleno de color y significado.
Un esfuerzo que se representa cada año pero al que asomarse es posible una vez al mes, en su museo de Botargas y Mascaritas: Un centro de interpretación en que conocer más de cerca esta representación en el que lo simbólico invade las calles cada carnaval.
Mucho que sentir, mucho que descubrir y mucho que paladear. Sobre todo, si te sumerges del todo en el ambiente de la zona, durmiendo en alguna de las casas rurales que aúnan en espíritu natural y auténtico con los pequeños placeres que hacen del final de una jornada, un broche de oro: un buen plato de comida de las que llenan el paladar de sabor y el corazón de optimismo; una cama desde la que escuchar el sonido del monte arrullando a sus criaturas; un hogar ajeno que se convierta en propio con la suavidad de la hospitalidad más franca y abierta. Y el placer de relajarse en una casa en la que los pequeños detalles forman parte inseparable de la filosofía de vida del lugar.
Así es Almiruete. ¿No te apetece?
